Esos locos, con sus locos cacharros
Hace ya casi 100 años que en Estados Unidos se celebraba lo que hoy podría llamarse, un deporte extremo. El hillclimbing (ascenso de colinas) es una de las competiciones más pintorescas del mundo motociclista y, aunque desconocida para el gran público, sostiene desde hace muchos años a un gran número de adeptos.
Sólo un 4% llegan a conquistar la colina, a cubrir los 170 metros de empinado recorrido, con sus diabólicos cacharros. Colinas que en según qué lugares llegan a los 80 grados de inclinación... ¡prácticamente una pared vertical!
El hillclimbing cuenta con un reglamento lleno de normas, como cualquier otro deporte de motor, pero su premisa básica es la de llegar arriba o, si no lo haces, lo más lejos posible, teniéndose también en cuenta el tiempo que tardas en hacerlo. Pero poco más.
La reglamentación técnica es tan holgada que el abanico de aparatos que se pueden emplear es enorme. Dividida en categorías, se pueden participar desde motos de cross prácticamente de serie hasta engendros construidos sin ningún tipo de limitación, partiendo de motores de 600cc (los hay incluso de 2.600cc). Se puede emplear inyección de óxido nitroso, varios motores y cilindrada ilimitada, y las ruedas pueden ser de cualquier medida y con cualquier "invento" que sirva para dar tracción, como clavos o palas de metal. Lo único que hay que tener en cuenta es que el "animal" mida más de 170 centímetros... por lo demás, eres libre de hacer lo que te venga en gana.
Lo que se lleva ahora son chasis y bastidores de motos de enduro que reciben motores de, por ejemplo, una Honda CBR1000RR, y un basculante larguísimo. Imagínate, casi 200cv abriéndose paso a través de la tierra, repartiendo "terrones" entre todos los espectadores.
Así, cuando ya lo tienes todo perdido, cuando la máquina se revela, lo mejor es apartarse y dejar que la moto se despeñe colina abajo. En este tipo de competiciones suele haber grúas gigantes para recuperar lo que queda de ellas, porque nunca sabe dónde van a acabar.
En la página oficial de la NAHA (North American Hillclimbers Association) se pueden ver algunas fichas de las motos de los participantes. Una Kawasaki KZ de 1.425cc con metanol, una Husaberg 650 con óxido nitroso, una GSXR 1300 Hayabusa o una GSXR 600 también con óxido nitroso... ¡para subir cuestas de tierra!
En Europa, Francia es la primera potencia en este deporte, con cuatro campeonatos de prestigio mundial, seguida de Estonia, Suiza, Austria, Noruego y Suecia... y en España ¿para cuándo?
Las imágenes adjuntas a este post pertenecen a los primeros "hillclimbers" de los años 30. No sé si son más espectaculares que las actuales, pero, sin duda, son mucho más nostálgicas.
Sólo un 4% llegan a conquistar la colina, a cubrir los 170 metros de empinado recorrido, con sus diabólicos cacharros. Colinas que en según qué lugares llegan a los 80 grados de inclinación... ¡prácticamente una pared vertical!
El hillclimbing cuenta con un reglamento lleno de normas, como cualquier otro deporte de motor, pero su premisa básica es la de llegar arriba o, si no lo haces, lo más lejos posible, teniéndose también en cuenta el tiempo que tardas en hacerlo. Pero poco más.
La reglamentación técnica es tan holgada que el abanico de aparatos que se pueden emplear es enorme. Dividida en categorías, se pueden participar desde motos de cross prácticamente de serie hasta engendros construidos sin ningún tipo de limitación, partiendo de motores de 600cc (los hay incluso de 2.600cc). Se puede emplear inyección de óxido nitroso, varios motores y cilindrada ilimitada, y las ruedas pueden ser de cualquier medida y con cualquier "invento" que sirva para dar tracción, como clavos o palas de metal. Lo único que hay que tener en cuenta es que el "animal" mida más de 170 centímetros... por lo demás, eres libre de hacer lo que te venga en gana.
Lo que se lleva ahora son chasis y bastidores de motos de enduro que reciben motores de, por ejemplo, una Honda CBR1000RR, y un basculante larguísimo. Imagínate, casi 200cv abriéndose paso a través de la tierra, repartiendo "terrones" entre todos los espectadores.
Así, cuando ya lo tienes todo perdido, cuando la máquina se revela, lo mejor es apartarse y dejar que la moto se despeñe colina abajo. En este tipo de competiciones suele haber grúas gigantes para recuperar lo que queda de ellas, porque nunca sabe dónde van a acabar.
En la página oficial de la NAHA (North American Hillclimbers Association) se pueden ver algunas fichas de las motos de los participantes. Una Kawasaki KZ de 1.425cc con metanol, una Husaberg 650 con óxido nitroso, una GSXR 1300 Hayabusa o una GSXR 600 también con óxido nitroso... ¡para subir cuestas de tierra!
En Europa, Francia es la primera potencia en este deporte, con cuatro campeonatos de prestigio mundial, seguida de Estonia, Suiza, Austria, Noruego y Suecia... y en España ¿para cuándo?
Las imágenes adjuntas a este post pertenecen a los primeros "hillclimbers" de los años 30. No sé si son más espectaculares que las actuales, pero, sin duda, son mucho más nostálgicas.
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